¿Cuándo fue la última vez que nuestros hijos estuvieron un
día entero sin utilizar el Whatsapp? Esta herramienta de mensajería se ha
convertido en su aplicación favorita e inseparable; sin embargo, ¿somos
conscientes de que genera problemas de dependencia y control hacia su entorno?,
por no mencionar su negativa repercusión en sus estudios, fomentando la distracción y la falta de concentración.
Adolescentes y adultos utilizan cada día más las nuevas
tecnologías porque les gustan, les sorprenden. Lo extraño sería no usarlas, ya
que facilitan la comunicación con el mundo. Sin embargo, el abuso de estas
tecnologías, como por ejemplo el Whatsapp, puede terminar causándonos problemas
personales, de pareja, sociales, dificultades de estudio. Dafné Salamé
Palencia, Psicóloga Sanitaria, nos proporciona información sobre las
repercusiones de esta herramienta y las medidas que podemos tomar desde
nuestros hogares.
1- Obsesionados con la respuesta
inmediata. Con la
última función incorporada a esta aplicación, verificar si tu mensaje enviado
ha sido leído por el destinatario, aumenta su uso irracional y como medio de
control hacia los demás. A todos nos suena la típica frase: «No me contesta y
lo ha leído». No es bueno que los chicos se acostumbren a una respuesta
inmediata, dejándose llevar por la impaciencia. Enseñarles a ser más pausados
enriquece mucho más que vivir obsesionado con los minutos y segundos.
2-
Los gestos, el tono de voz, la
mirada... En
ocasiones, la situación se descontrola y acaba acarreando problemas obsesivos,
adición, ansiedad, depresión... Hasta el punto de no comprender comportamientos
de los demás, que terminan provocando conflictos sociales, amorosos o
malentendidos por sacar conclusiones apresuradas, debido a que la aplicación
nos limita al mensaje escrito, perdiendo elementos claves de la comunicación
–gestos, tono de voz, mirada...–. Es muy importante saber discernir cuándo
debemos parar, cortar, una conversación ‘online’ para mantenerla en persona.
3- Controlados y controladores. Paradójicamente, a los
adolescentes no les gusta ser controlados por los padres, sin embargo, les
encanta controlar a sus amigos o parejas. Esta costumbre de control no es
positiva ni para el ‘controlador’ ni para el ‘controlado’.
4- Distracción y bajo rendimiento
escolar. Ni que
decir tiene que Whatsapp se está convirtiendo en un obstáculo ante los
resultados académicos de nuestros hijos. Es uno de los principales motivos de
distracción en los estudios y del bajo rendimiento escolar, sin comentar su uso
en los centros educativos durante horario escolar. Ser estrictos en el momento
de estudiar es clave: los chavales deben dejar el teléfono móvil fuera de la
habitación y limitar su uso a los descansos.
5-
Los padres, siempre atentos y precavidos. Como ante toda información que
viaja por la Red ,
debemos ser precavidos. Internet no siempre es lugar seguro; debemos hacerles
comprender a nuestros hijos que no todas las apariencias son reales y que
debemos cuidar lo que se intercambia y se publica por su seguridad y privacidad
propia. Hay que permanecer muy atentos, nuestros hijos pueden estar sufriendo
‘ciberbulling’ (acoso en la Red )
de forma camuflada y difundiendo determinados mensajes peligrosos para su
seguridad.
6- Por un uso racional y responsable. Evidentemente, no podemos
transmitir a nuestros hijos que la tecnología en su globalidad es perjudicial
para los estudios o las relaciones sociales; pero sí debemos aprender y saber
educarlos en su buen uso, sobre todo, en estos tiempos que corren, que exigen a
los jóvenes estar presentes en las redes para su propio desarrollo personal y
profesional.
¿Cuándo fue la última vez que nuestros hijos estuvieron un
día entero sin utilizar el Whatsapp? Esta herramienta de mensajería se ha
convertido en su aplicación favorita e inseparable; sin embargo, ¿somos
conscientes de que genera problemas de dependencia y control hacia su entorno?,
por no mencionar su negativa repercusión en sus estudios, fomentando la distracción y la falta de concentración.
Adolescentes y adultos utilizan cada día más las nuevas
tecnologías porque les gustan, les sorprenden. Lo extraño sería no usarlas, ya
que facilitan la comunicación con el mundo. Sin embargo, el abuso de estas
tecnologías, como por ejemplo el Whatsapp, puede terminar causándonos problemas
personales, de pareja, sociales, dificultades de estudio. Dafné Salamé
Palencia, Psicóloga Sanitaria, nos proporciona información sobre las
repercusiones de esta herramienta y las medidas que podemos tomar desde
nuestros hogares.
1- Obsesionados con la respuesta
inmediata. Con la
última función incorporada a esta aplicación, verificar si tu mensaje enviado
ha sido leído por el destinatario, aumenta su uso irracional y como medio de
control hacia los demás. A todos nos suena la típica frase: «No me contesta y
lo ha leído». No es bueno que los chicos se acostumbren a una respuesta
inmediata, dejándose llevar por la impaciencia. Enseñarles a ser más pausados
enriquece mucho más que vivir obsesionado con los minutos y segundos.
2-
Los gestos, el tono de voz, la
mirada... En
ocasiones, la situación se descontrola y acaba acarreando problemas obsesivos,
adición, ansiedad, depresión... Hasta el punto de no comprender comportamientos
de los demás, que terminan provocando conflictos sociales, amorosos o
malentendidos por sacar conclusiones apresuradas, debido a que la aplicación
nos limita al mensaje escrito, perdiendo elementos claves de la comunicación
–gestos, tono de voz, mirada...–. Es muy importante saber discernir cuándo
debemos parar, cortar, una conversación ‘online’ para mantenerla en persona.
3- Controlados y controladores. Paradójicamente, a los
adolescentes no les gusta ser controlados por los padres, sin embargo, les
encanta controlar a sus amigos o parejas. Esta costumbre de control no es
positiva ni para el ‘controlador’ ni para el ‘controlado’.
4- Distracción y bajo rendimiento
escolar. Ni que
decir tiene que Whatsapp se está convirtiendo en un obstáculo ante los
resultados académicos de nuestros hijos. Es uno de los principales motivos de
distracción en los estudios y del bajo rendimiento escolar, sin comentar su uso
en los centros educativos durante horario escolar. Ser estrictos en el momento
de estudiar es clave: los chavales deben dejar el teléfono móvil fuera de la
habitación y limitar su uso a los descansos.
5-
Los padres, siempre atentos y precavidos. Como ante toda información que
viaja por la Red ,
debemos ser precavidos. Internet no siempre es lugar seguro; debemos hacerles
comprender a nuestros hijos que no todas las apariencias son reales y que
debemos cuidar lo que se intercambia y se publica por su seguridad y privacidad
propia. Hay que permanecer muy atentos, nuestros hijos pueden estar sufriendo
‘ciberbulling’ (acoso en la Red )
de forma camuflada y difundiendo determinados mensajes peligrosos para su
seguridad.
6- Por un uso racional y responsable. Evidentemente, no podemos
transmitir a nuestros hijos que la tecnología en su globalidad es perjudicial
para los estudios o las relaciones sociales; pero sí debemos aprender y saber
educarlos en su buen uso, sobre todo, en estos tiempos que corren, que exigen a
los jóvenes estar presentes en las redes para su propio desarrollo personal y
profesional.