El poder de un silencio, de una
sonrisa, o de una mirada, nos dice que la comunicación es mucho más que
palabras. No se trata tanto de lo que decimos, sino de cómo lo decimos: ahí
está la diferencia.
Entrenar nuestras habilidades comunicativas
facilitará, y mucho, la relación con nuestros hijos.
- Creamos
credibilidad. Gracias a la comunicación creamos credibilidad,
tendemos puentes hacia la otra persona y potenciamos nuestra capacidad de
influencia. No se puede guiar a alguien por un puente si antes no se ha
construido.
- Escucha
activa. Es muy importante practicar lo que se denomina:
‘escucha activa’. Es decir, saber escuchar desde el otro, con los cinco
sentidos abiertos y olvidándonos de nuestro diálogo interno –juicios,
prejuicios, comparaciones, etc.–. Sin duda, esta es la base de la empatía.
- Buena
sintonía. Tenemos que sintonizar con los sentimientos de nuestros
hijos y con lo que nos quieren decir y expresar. Esta sintonía tiene como
punto de partida la armonía y el acuerdo. Se trata del contexto total que
rodea al mensaje verbal. Nos lleva a mimetizarnos el uno con el otro.
- Observar
siempre. Observar siempre sus expresiones, el tono de voz, los
gestos corporales... nos ayudará a calibrar, a analizar a nuestros hijos y
alumnos.
- Mostrar
interés. Muestra siempre tu interés por lo que te transmiten:
ideas, sentimientos, experiencias. Vive la experiencia como una
oportunidad de autoconocimiento. Los enemigos de la comunicación son la
prisa, el ensimismamiento y el no saber diferenciar lo importante de lo
urgente.
- Lenguaje
positivo. Utiliza siempre términos y expresiones formuladas en
positivo. El lenguaje positivo orienta hacia la acción, el negativo
bloquea. No juzgues en tus expresiones, ni compares a tu hijo con nadie.
Los juicios son una proyección de nuestra manera de ver el mundo. Las
comparaciones no ayudan a descubrir el potencial único de la persona.
- Mensajes
cortos y claros. Hay que emplear pocas palabras y claras; así el
mensaje se transmite con mayor claridad. El lenguaje debe ser comprensivo
y esperanzador para despertar en el que escucha oportunidades de expansión
personal.
- No
presiones... pregunta. Jamás presiones en una conversación
con tus hijos. Si lo haces, conseguirás el efecto contrario al esperado y
no se creará un ambiente de confianza. Es importante formular preguntas
para clarificar significados y captar el contenido con la máxima
exactitud. Si originas espacios para la reflexión le demostrarás tu
respeto.
- Confianza y
cariño. Es necesario que se genere un ambiente de confianza.
Favorece la apertura de la otra persona en el proceso de comunicación.
Utiliza un tono de voz adecuado, basado en el cariño.
- Una expresión
relajada. Mírale a los ojos y adopta una expresión facial
relajada y de apertura de cuerpo y brazos. Observa cuál es el aspecto
externo de tu interlocutor porque refleja una actitud interna y te ayudará
a descubrirla.
- Practica y
recuerda. Cualquier momento es bueno para poner en práctica todos
estos consejos que hemos comentado sobre comunicación verbal y no verbal.
Pero recuerda siempre que: el buen comunicador es aquel que habla poco,
escucha y observa mucho, y da más.