Soy igual o diferente, pero ante todo,
un NIÑO
Carta de
un niño a sus padres tras haber suspendido un examen.
Papás, el control que
tuve la semana pasada no me ha salido muy bien y lo he suspendido, pero antes
de enfadaros…… ¡Esperar, escucharme por favor!
No me gusta que me gritéis,
y aunque puedo merecerlo, me hacéis sentirme mal y conseguís todo lo contrario
que os pensáis que estáis logrando, “Os respeto menos, y me enseñáis a gritar a
mí también”. Aunque no me lo merezca como otras veces, tratarme con cariño, como
os gustaría que lo hicieran con vosotros. ¡Sé que me queréis, pero no por ser
vuestro hijo habéis de abusar de la confianza! Pensad, que puede que a mí me
cueste más que a mis compañeros, pero entenderlo. No quiero que me comparéis
con nadie, y menos con mis hermanos. Los cuales todos sabemos que sacan unas
grandes notas. No soy peor ni mejor que ninguno de ellos, yo soy yo, vuestro
hijo, único. “Por favor, valorarme, ayudarme, creer en mí y…..decírmelo ¡Lo
necesito!”. Yo soy el primero que se siente diferente a los demás, que por mucho que me esfuerzo no
logro lo que todos consiguen con muy poco; por ello si hago algo mal, no me
preguntéis porqué, ya que a veces ni yo mismo lo sé. “Es entonces cuando necesito un abrazo y vuestra
ayuda”. Papá, piensas que con tus
órdenes y directrices voy a entender el Cómo, Cuándo y Porqué de las cosas.
Cuando ni yo sé lo que apenas significan esas palabras. Tratar de comprenderme
y ayudarme. No busquéis explicaciones a mis errores, ni queráis excusarlos. Yo
los cometo, y aunque a veces no soy consciente de ellos, necesito que les deis
la importancia que merecen. “No sé si no te acuerdas o no quieres acordarte
pero seguramente tu tuviste los mismos problemas que yo a mi edad”.
Mamá, en esta
dificultad que rodea mi día a día en la escuela, acompáñame, pero sobretodo
“Deja que me valga por mí mismo”. Haciéndome lo que yo debo de hacer en casa,
no me ayudas. Provocas que tenga un obstáculo más. Al que me enfrentaré al llegar
a clase al día siguiente y demostrar ante todos mis compañeros que mi trabajo
está hecho pero yo no sé hacerlo. “Obligándome a mentir cuando tú eres la primera
que me dice que no lo haga”. Sé que lo hacéis porque me queréis, pero eso no
quiere decir que no podáis equivocaros. Cuando esto pase, “admitirlo, y mejorar
mi opinión de vosotros. Así me enseñareis
también a mí a asumir mis errores”. Por ello, no me digáis que haga algo que
vosotros no hacéis. Sois mi ejemplo y aprenderé y haré siempre lo que vosotros
hagáis. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas, porque te guste o no, soy
diferente. Olvido lo que me dices y aprendo lo que veo que haces.
1- Educa
con cariño y recompensa a tu hijo.
La mejor forma de hacerlo es mediante la atención, el elogio y el afecto.
Actuar con ternura y ser comprensivo no esta reñido con la disciplina.
2- Sé coherente. Las normas tienen que ser consensuadas entre los padres ,no deben cambiarse una vez establecidas y debemos dar ejemplo.
2- Sé coherente. Las normas tienen que ser consensuadas entre los padres ,no deben cambiarse una vez establecidas y debemos dar ejemplo.
3- Mantén
la rutina. Cuanto
más pequeño es el niño, mas importante es mantener la rutina, pero ésta tampoco
tiene porque ser rígida.
4- Pon
limites y actúa con disciplina.
Los niños tienen que saber que su comportamiento tiene unos límites y éstos
sólo se pueden mantener gracias a la disciplina. Pero cuidado con las amenazas,
a la larga son contraproducentes. Y para corregir un comportamiento incorrecto,
es importante hacerlo en solitario, así evitamos que el niño se sienta
humillado y ridiculizado.
5- Habla
con tu hijo.
Explícale abiertamente y con claridad cómo quieres que se comporte y hazle
comprender las cosas razonablemente.
6- No
pierdas los nervios.
Contente y no reacciones exageradamente o con brusquedad al comportamiento de
tu hijo. Ten paciencia y no pagues con tus hijos el estrés y la tensión de la
jornada diaria. Ellos no tienen la culpa.
7- Dale
responsabilidad. Los
niños tienen que enfrentarse a las consecuencias de sus actos, eso reforzará su
autoestima y le ayudará a adquirir habilidades sociales.
8- Relajaos. A pesar de las normas, los limites y
la disciplina, es importante crear un clima de armonía, relajación y
afectividad en la familia.
9- Escúchale
y dedícale tiempo.
Ayúdale a conocer y expresar sus sentimientos e intenta ponerte en su lugar. A
veces, solo con escuchar es suficiente. Un hijo necesita que le atiendas en
exclusiva, necesita que dialogues con él, que le escuches, que compartas con él
sus aficiones y que te vincules a sus motivaciones. Con el tiempo que dedicamos
a nuestros hijos, no importa la cantidad sino la calidad.
10- Demuéstrale
todos los días tu amor incondicional.
Tu hijo debe saber lo muchísimo que le quieres y que siempre vas a estar ahí,
incondicionalmente.