Para
los niños jugar es la actividad más natural, forma parte de su realidad y
contribuye a su crecimiento como persona. Con el juego experimentan una
sensación de placer que les motiva y les impulsa a la acción. Desde el Colegio
San Viator somos conscientes de la gran influencia que tiene para el desarrollo
armónico e integral de nuestros alumnos; estimularles a través del juego
influirá en el desarrollo de su potencial creativo y determinará su manera de
enfrentarse a otras experiencias en el futuro. Pero, ¿cómo se desarrolla el
niño a través del juego y cómo podemos contribuir nosotros en ese
desarrollo? Cinta Alegret Colomé, psicóloga y pedagoga, nos propone una serie
de orientaciones que nos pueden ayudar a lograr dicho objetivo.
El
juego favorece el desarrollo cognoscitivo del niño. A través de los sentidos
capta la información que le ayudará a desplegar todas sus capacidades
cognitivas y a crear nuevas realidades. Aprende conceptos, siente curiosidad,
inventa juegos, resuelve problemas, desarrolla la flexibilidad. El juego
contribuye a un mejor rendimiento académico.
1. Creatividad.
Despierta su creatividad.
Proporciónale para jugar objetos que tengas en casa como: cajas de cartón, latas,
ropa que no uses...
2. Diversidad.
Ofrécele diversidad
en el juego: que sean imaginativos, de palabras, de estrategia o de imitación.
3. Por
la cultura. Bríndale
la posibilidad de conocer y disfrutar de la cultura en todas sus manifestaciones:
música, pintura, danza, teatro, literatura infantil, etc.
También
posibilita su desarrollo social y del lenguaje. El niño expresa a través del
juego la necesidad de comunicarse con su entorno. Necesita sentirse ubicado y
aceptado socialmente. Además, experimenta lo que significa: cooperar, autocontrolarse,
negociar, turnarse o respetar normas.
4. Paciencia
y tolerancia. Dale
oportunidades para relacionarse con más niños. Y aprovecha el juego para
trabajar valores como: la paciencia, la tolerancia, el humor.
5. Las
normas del juego. Explícale
de forma didáctica el juego y sus normas. Proporciónale un vocabulario rico y
utiliza un tono comprensivo y reconciliador.
El
juego potencia el desarrollo de la psicomotricidad. A través de la manipulación
de objetos como: construcciones, plastilina o colores, se desarrolla la
psicomotricidad fina y de movimientos como: arrastrarse, saltar, o correr, la
psicomotricidad gruesa.
6. Despierta
sus sentidos. Ayúdale
a inventar y construir juegos con distintos materiales. Pero recuerda: que sea
él el que dirija la acción.
7. El
lugar de juegos. Organiza
un espacio que sea estimulante, seguro y adecuado a sus necesidades, en el que
tenga libertad de movimiento.
8. Al
aire libre. Recupera
juegos al aire libre, como la rayuela, la comba, las canicas... Estimulan el
ritmo, la coordinación, la concentración y el lenguaje.
Otra
de sus propiedades es que contribuye a su desarrollo emocional. El niño
descubre sus propias emociones y las de los demás (enfado, alegría, sorpresa o
rabia). El juego le ayuda a construir su personalidad y a potenciar su
autoestima y seguridad.
9. La
importancia de observar. Observa al niño cuando juegue, sus gestos, sus intereses, su lenguaje.
Es una buena forma de descubrir sus preferencias y necesidades.
10.
¡A jugar! Participa
de vez en cuando en su juego, le ayudarás a tener confianza y estrecharás vínculos.
Respeta sus iniciativas y responde positivamente a sus requerimientos.
11.
Y si se aburre? Permítele
aburrirse de vez en cuando. Es entonces cuando se pone en marcha la imaginación.